Desde tiempos inmemorables, el deportista cuyo hándicap nunca
fue lo suficiente elevado como para destacarse en las grandes ligas o aspirar a
alcanzar a un nivel profesional medianamente aceptable, ha buscado alternativas
para mantenerse en actividad lo más cerca posible de su disciplina original.
Así es como mediocres futbolistas se dedicaron al futsal,
los voleibolistas fiesteros (?) se abocaron al beach volley o los tenistas
frustrados se resignaron por el padel.
En esa línea, uno de las últimas modas deportivas, es una
actividad que combina inteligencia y fuerza bruta en partes iguales. Hablamos del
chess boxing, o “ajedrez boxeo”.
Este nuevo engendro propone la disputa de ambos deportes al
mismo tiempo. Dos retadores se miden en un ring durante once asaltos en los que
se intercalan rounds de boxeo y de ajedrez.
Los competidores pueden ganar por nocaut, jaque mate o una
decisión tomada por los jueces cuando los 12 minutos, que es el tiempo en que
disponen para disputar la partida de ajedrez, de un oponente se han terminado.
El deporte híbrido ha ganado muchos adeptos al punto de
tener una organización que regula la actividad y que organiza los campeonatos
mundiales.
Sin duda una nueva alternativa para los ajedrecistas
frustrados y los boxeadores con pretensiones (?) intelectuales.
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